Escalando el Everest, un paso por vez
Friday, June 26, 2009
Este fue un tiempo muy desafiante para los alpinistas; arriesgamos literalmente nuestras vidas. Toda la gente que firmó la bandera debería entender qué clase de esfuerzo y concentración tomó esta expedición. [La bandera fue firmada por los jefes de los 25 partidos políticos, los líderes del gobierno, y los líderes de nueve religiones en Nepal, como símbolo de unidad nacional y de reflejar el espíritu de la construcción de la nación.] No hicimos esto para nosotros mismos, sino para el futuro de esta nación.
Fue sólo con un fuerte corazón de determinación - no un corazón a medias, sino con un compromiso total - que pudimos realizar esta misión. Los líderes políticos también deberían tener esta clase de dedicación y buena voluntad de sacrificar incluso sus vidas por el futuro brillante de Nepal.
Es generalmente muy costoso escalar el Monte Everest. Un alpinista extranjero tiene usualmente un Sherpa (habitante local) como su guía personal para acompañarlos durante el viaje entero. Si tienen mucho dinero, pueden tener hasta tres guías personales. Además de esto, hay generalmente cuatro o cinco changadores para cada alpinista. Actúan como ayudantes para cargar el equipo arriba y abajo de la montaña.
Había sólo ocho miembros en nuestro equipo: cinco alpinistas, dos changadores, y un cocinero. Tuvimos que hacer todo nosotros mismos. Y aún así, solamente tres de los alpinistas alcanzaron realmente la cumbre.
Los dos alpinistas que no alcanzaron la cumbre simplemente no eran bastante fuertes, y ellos decidieron volverse por sí mismos. A uno de ellos le subió la fiebre y tenía dolor de cabeza; él dio la vuelta justo bajo la montaña South Col, aproximadamente a 7.800 metros. El otro alpinista sentía frío y comenzó a toser, y decidió regresar a la altura de 8.000 metros. En ambos casos, fueron por propia decisión. Esto fue claramente estipulado al principio
La primera vez que casi di la vuelta fue justo después de dejar el campo 3. Habíamos comenzado a caminar en la madrugada, antes de que saliera el sol. Después de que salió el sol me olvidé de ponerme mis anteojos de sol y continué caminando por más de una hora. Quedé como enceguecido por la nieve, y me dolían mucho los ojos. Estábamos entre el campo 3 y el campo 4, en el Geneva Spur, y podía ver gente pero no podía reconocer quiénes eran. Veía solamente imágenes brumosas. Mis ojos tenían dolor y lagrimeaban continuamente.
Cuando comenzamos a escalar hacia la cumbre aproximadamente a las 8:30 de esa noche utilizaba mi faro, pero aún así no podía ver nada excepto la cuerda y la persona justo delante de mí. Pensé que quizá no podría lograrlo, pero decidí intentar.
`Sólo toma el paso siguiente", me dije. "Un paso por vez.”
Cuando salió el sol, me puse mis anteojos con gafas protectoras sobre ellos, pero aún así, mis ojos me dolían. Después de alcanzar la cumbre, permanecí alrededor de una hora y volví tan rápidamente como pude. La ceguera causada por el resplandor de la nieve dura generalmente 24 horas, pero al mediodía, el dolor llegó a ser aún peor. Casi salí corriendo de regreso al campo 4, en South Col, debido al dolor. Los otros dos alpinistas que llegaron a la cumbre vinieron más tarde, y esa noche dormimos todos en el campo 4. A la mañana siguiente ya estaba mejor.
La segunda vez que casi abandono fue después de empezar a escalar hacia la cumbre. Me había apurado para vestirme y para organizar mi suministro de oxígeno. Hice todo como había hecho antes, pero cuando comencé a subir, de repente no podía respirar normalmente. Comencé a respirar a una velocidad muy acelerada. Un Sherpa de otra expedición, Sherpa Nangyal, era nuestro asesor, y él abrió rápidamente todo lo que estaba usando: mi casco, máscara, e incluso mi ropa. Él hizo algunos cambios, y entonces pude comenzar a respirar otra vez; si no, no habría continuado.
La tercera vez fue aproximadamente a 8.500 metros, justo abajo de la llamada la “segunda cumbre". Mientras que subíamos, mi oxígeno se cortó repentinamente. Una válvula en mi máscara estaba obstruida, y yo no recibía nada de oxígeno. Me dije a mí mismo, “Creo que voy a morir. Seguramente voy a morir.”
Haciendo frente a esta situación de vida-y-muerte, comencé a pensar en mi familia. Mis padres y hermanos y hermanas llorarían algunos días, pero conseguirían sobreponerse. Sin embargo, estaba muy preocupado por mi esposa. Si algo me sucediera, pensé, ella tendría a sus padres y a la sede de UPF para ayudarle. Decidí que cualquiera fuera el resultado, yo lo haría una ofrenda. Tomé la decisión con esta fuerte determinación.
Entonces vino Nangyal a preguntar qué andaba mal. Afortunadamente, él tenía una máscara adicional que llevaba para algunos de los miembros de su equipo. Él me ayudó a ajustarme la nueva máscara, y entonces pude comenzar a respirar otra vez. Pero ya había perdido cerca del 70 por ciento de mi fuerza, y estaba por abandonar la tarea. Entonces Nangyal dijo, “Sólo sígame. Yo voy a cuidarle.” Sus palabras fueron una gran inspiración y ánimo para mí.
Habíamos oído excelentes pronósticos meteorológicos en Katmandú, y esperábamos alcanzar la cumbre alrededor del 15 o el 16 de mayo. Debido al mal tiempo, postergamos nuestro ‘asalto’ a la cima por cinco días. Originalmente, yo planeaba ir solamente al campo de base y desde allí esperar a los alpinistas. No planeaba subir a la cumbre porque no quería ser una carga a los otros miembros del equipo. No obstante, en el campo de base tuve una noche un sueño vívido y decidí intentar subir a la cumbre. También hablé con nuestro consejero de la expedición, Sherpa Da Galje, y él me impulsó, “Por lo menos usted debe tratar. Si lo intenta y no lo logra, es aceptable, pero ¿cómo no podría ni siquiera intentarlo?” Repitiéndolo, agregó, “Por lo menos debe intentar.”
Sin la ayuda del Sherpa Da Galje, el Sherpa Nangyal y su equipo, sé que no habría llegado a la cumbre del Monte Everest y no creo que nuestro equipo tampoco lo hubiera logrado.
Éra el 10 de mayo. Dejé el campo de base el 15 de mayo. Los otros se fueron un día más tarde. Es muy peligroso cruzar la catarata de hielo entre el campo de base y el campo 1, pero me mantuve centrado en la misión. No quería que los otros miembros en el equipo pensaran, incorrectamente, que hacía esto para mí mismo, así que le pedí a Dendi que llevara la bandera.
Cuando comenzamos, pienso que juzgaron mal mi fuerza. No quería que tuvieran que llevar suministros adicionales sólo debido a mí. No podía caminar tan rápidamente como los demás, y esto fue de alguna manera, un problema. La gente que camina rápidamente no siempre puede esperar a los lentos.
Hace dos años me quebré la pierna y me preocupaba el hecho de que me cause problemas. Pero, gracias a Dios, no fue así. La mayoría de los alpinistas suben y bajan varias veces llevando suministros a los campos en altitudes más y más altas. Pero yo no hice esto. Sólo trepé derecho para arriba. Durante todo mi ascenso, me sentí básicamente fuerte.
Originalmente planeamos 45 días para la expedición, pero la hicimos hasta la cima en 33 días, el 20 de mayo. El 22 de mayo regresamos al campo de base.
Nota: Los dos otros miembros de la expedición que llegaron a la cumbre eran Karma Bahdaur Tamang y Sherpa Da Dendi.
"Cierta gente puede pensar que escalar el Monte Everest es fácil", dijo Karma Bahdaur Tamang. “Es muy fácil decir estas palabras sin nunca intentarlo. Pero vaya a la montaña y después intente decir estas palabras. En la montaña usted verá si es fácil o difícil. Para la gente que tiene mucho dinero, es seguramente más fácil. Puede pagar a changadores para llevar todo lo necesario: carpas, bolsas de dormir, alimentos, y oxígeno. Pueden contratar a gente para que cocine sus comidas. ¡Pero aún así, el resultado final es que usted tiene que trepar la montaña más alta del mundo! Nuestro equipo en la expedición era muy pequeño, y no teníamos mucho dinero. Tuvimos que cargar nuestro equipo y los suministros por nosotros mismos. No fue fácil; en absoluto."
Sherpa Da Dendi dijo, "Me siento afortunado de ser parte de esta expedición y estoy muy agradecido que UPF apoyó esta expedición."