Sur América, una vasta región, es percibida cada día como más conflictiva, inestable y preocupante. Desde hace más de 20 años, coincidiendo con el llamado proceso de democratización, muchos de los sistemas políticos instalados, impulsaron el rechazo a todo concepto de orden, al debilitamiento de las instituciones y a la eliminación de los valores fundamentales que las sociedades habían recibido en herencia de sus antepasados. El pacto fundante entre sociedad y Estado comenzó a quebrarse en muchas naciones y se inició un cada vez más fuerte cuestionamiento entre la acción política y los ciudadanos.
Los políticos, cada vez más ávidos de poder absoluto, parecen pretender doblegar la Constitución y poner la sociedad al servicio de sus ambiciones. Al dejar de lado toda tarea de elección de valores morales y espirituales, incluso, devaluada esta tarea en si misma, las decisiones referidas al empleo de los medios en la acción política se convierten en arbitrarias y contrarias al bien común de la sociedad. El mal que se causa a las sociedades desde el ámbito político resulta cada vez más inmanejable, por lo que considero que hay una verdadera catástrofe moral muy similar a cualquier desastre natural. Ello ha instalando una situación caótica en donde el futuro venturoso de paz, pareciera no tener cabida en las generaciones venideras.
Muchos ciudadanos perciben que todo se derrumba; aumenta el hambre de pan y de ideas; crece la desnutrición física y espiritual, a tal punto que hay quienes afirman que la creación está en agonía. Sin embargo, muy pocos son los que quieren recibir el Maná, ese alimento divino con el que se puede salir del caos y despertar ese poder sobrenatural que llevamos en nuestro interior sin saberlo, por lo que muchos sufrientes y desesperanzados, buscan a Dios, en otras formas y lugares sin encontrarlo y sin comprender que lo llevamos dentro de nosotros.
En muchos dirigentes políticos y sociales se observa carencia de lucidez y creatividad para enfrentar los desafíos de una auténtica democratización de la sociedad; junto con la droga, vemos cómo se expanden los parásitos de la partido-cracia hipócrita que impulsa a desprevenidos ciudadanos a seguir el camino de la corrupción deshumanizante y de un sistema que sólo idolatra la búsqueda de lo monetario en la que el sujeto se convierte cada vez más en objeto de uso y descarte.
También se observa falta de coraje y capacidad para recibir, comprender y transmitir la inspiración del mensaje de Dios, que con su energía transformadora permite lograr el cambio necesario en la vida política, económica y social de los pueblos.
Países vecinos gastan miles de millones de dólares en armamento, mientras imponen una ideología revolucionaria populista. Armas, ideología revolucionaria y populismo, un verdadero cóctel explosivo que impulsará a la violencia, a la lucha armada, a la miseria y a la muerte de miles de seres humanos. La paz y la libertad son también víctimas. El desarrollo de una forma “consensual de democracia” con pretensión de construir una sociedad colectiva, hace que toda la región ingrese en un ámbito de incertidumbre política y de grave peligro social, en tanto la naturaleza de la guerra se ha desplazado hacia lo social.
Sabemos que Dios nos otorgó tres bendiciones: creced, multiplicaos y dominad la tierra. Pero hay quienes aún no han entendido que no se trata de lograr un dominio político, ni de mentes, ni la búsqueda del poder para satisfacer ambiciones personales, locuras ideológicas anacrónicas ni apareamiento caprichoso. Si nos bendijo y nos dio poder fue para colmar de bienes a sus hijos, para que ayudemos a los demás a crecer y multiplicarse en paz y libertad. No nos dio poder para explotar ni esclavizar a nuestros hermanos ni para crear bolsones de pobreza socioculturales a fin de contar con votos cautivos y punteros activos con los cuales llenar las urnas electorales y justificar ante la comunidad internacional la existencia de un aparente sistema democrático.
En la región, muchos líderes políticos están destruyendo el matrimonio, la familia y la vida; no están buscando la paz porque ésta tiene su fundamento en la familia, en la acción educativa de la solidaridad y en la defensa de los valores éticos. Han tirado a Dios a la basura y buscan el conflicto, la lucha revolucionaria, la muerte. No logran percibir que la paz es un bien y que emergerá sólo si la gente orienta su conducta a vivir por los demás, a superar el egoísmo, a practicar el amor verdadero y enaltecer los valores universales. No han comprendido que Dios ha advertido con hechos ejemplares a través de la historia, que no tolerará la decadencia humana, la anomia social, la destrucción de la naturaleza, el egoísmo, el individualismo ni la lucha entre hermanos. Qué hacer ante esta situación?
¿Cómo podemos hablar de familia y de amor verdadero en medio de esta creciente violencia?
PROPUESTA
Propongo que los Consejos para la Paz en los países y en la región de América del Sur asuman una nueva y dinámica actitud estratégica, impulsando un papel decididamente activo en todos los conflictos que se presenten en la sociedad. El análisis puntual de cada situación permitirá encontrar propuestas de acción concretas para cada uno de los países. Como acción preventiva es necesario difundir la necesidad de reconciliación social entre los ámbitos en conflicto.
Propongo crear una Academia para Líderes Políticos. Un ámbito de estudios superiores donde se capacite a futuros gobernantes en la nueva administración y gobierno de las instituciones sociopolíticas. Debemos involucrarnos en la búsqueda de la paz y ofrecer a la sociedad nuestros líderes más sabios y capacitados, decididos a erradicar la maldad y establecer una tierra de paz en una activa acción sociocultural, menos teórica y más efectiva frente a los conflictos observables.
La acción no es fácil. El planteo es cómo lograr la paz y contribuir a instalar un modelo de buen gobierno en medio de fuertes poderes, apoyados en el narcotráfico, el terrorismo y la lucha revolucionaria.
Dios nos ha bendecido, por eso estamos vivos, y nos da esta oportunidad para demostrar nuestro amor hacia El y hacia nuestros semejantes. No le demos la espalda ni abandonemos a quienes sufren y están en peligro. Debemos asegurar un futuro con certezas.
El Lic. José Bilbao Richter es Licenciado en Sociología (Universidad de Buenos Aires) y ex integrante del Consejo Global de Paz.
NOTA: Se puede dirigir respuestas a este propósito a