Comentario para la consulta sobre la necesidad de establecer un Consejo Interreligioso en la ONU, organizada por la Federación para la Paz Universal, Buenos Aires, Argentina, 24 de agosto 2010
Es importante definir la misión y metas principales del Consejo Interreligioso o la “pata espiritual” en la ONU.
Tenemos que realizar las tareas necesarias para lograr la misión de unir a líderes políticos, religiosos y dirigentes sociales de nuestro país y de todos los países del mundo, con el propósito de lograr el entendimiento que nos lleve a una interrelación, fortificada en las enseñanzas del Principio Divino, que tanto nos ha hecho anidar el Padre Moon en nuestros corazones. Ese amor a Dios, o como lo llamemos cada uno de nosotros, que es único y universal, permite la práctica de la tolerancia, compartir experiencias de vida, de fraternidad con el mundo entero, superando fronteras, color de piel, idiomas y culturas, formando verdaderos seguidores, verdaderos líderes; de manera que entre todos podamos ser parte de una visión y un mismo proyecto: consolidar una ONU tipo Abel, guiada con el corazón de Dios. Esa ONU sólo traerá soluciones, cuando logremos que su morada sea en el corazón de los hombres, sin importar en el edificio en que habite.
Todos sabemos que la ONU nace al final de la segunda guerra mundial con el fin de no cometer nunca más las atrocidades de una nueva guerra, de prevenir un nuevo conflicto bélico; pero, a lo largo de su desarrollo, no consiguió impedir que la violencia se manifieste en el mundo, que los conflictos armados se sucedan con la consecuente pérdida de vidas humanas. Pero fue creada para un función contraria a esto, ¿qué pasó?
También sabemos que los conflictos los provocan problemas limítrofes, políticos y económicos; que hay confrontaciones por diferencias religiosas, entre musulmanes, judíos y cristianos, sí, pero los conflictos realmente los provocan las personas.
Si logramos establecer un Consejo Interreligioso e intercultural, si logramos desde la UPF direccionar, o mejor dicho, fortalecer y unificar criterios; entonces, podremos estrechar nuestras similitudes y reducir las discrepancias existentes a través de la tolerancia; podremos buscar un mayor entendimiento mutuo.
Será tarea ardua construir un Consejo Interreligioso dentro del sistema de las Naciones Unidas, pero el intento ya está encaminado, ya comenzó a través de la tarea del Padre Moon, pero debemos fortalecerlo, hacerlo crecer. Esto es tarea de todos, avanzando primero en el campo personal. Si no cambiamos nosotros, si no cambiamos nuestro corazón, no podremos pretender cambiar el corazón de los otros. Así, cuando cambia nuestro corazón, cambiará el corazón de nuestra familia. A través de la familia, también podrá cambiar el barrio, una provincia, un país; en definitiva, el mundo.
Y sin querer descubrir nada nuevo, el mundo está dirigido por personas, que sólo deberán cambiar su corazón. El momento del cambio será cuando descubrimos que la solución a los problemas nada tiene que ver la ideología, ni de derecha ni de izquierda, que la misma viene bajando desde arriba y que nos la está marcando Dios.
No existe dentro de la Carta de la ONU la “pata religiosa”, tampoco párrafo que la excluya. Sólo se requiere de la buena voluntad para hacerla posible. La religión, o más precisamente, lideres con un corazón en Dios dentro de la ONU, ayudará al logro de la paz duradera, disminuyendo el nivel de confrontación, de agresividad, entre los seguidores de las diferentes religiones. Cuando las diferencias son de este origen, económicas o políticas, la influencia y responsabilidad de estos líderes, permitirá reconocer el valor de la tolerancia y ayudarán a la resolución de los conflictos por la vía pacífica.
Para ello, los pasos necesarios para lograrlo será la de seguir colocando la semilla en tierra fértil, seguir cambiando el corazón de las personas, dentro o fuera de la ONU, a los que deciden los destinos de los países, sean estos líderes o trabajadores.
Creo modestamente que debe haber un proceso de acercamiento en todos los países en los cuales esté presente la ONU. Es necesario darnos a conocer, con la finalidad de lograr un acercamiento, para que sean conscientes de la necesidad de formar un Consejo Interreligioso, y, seamos escuchados o no, lo más importante es realizar esa tarea de sembrar en cada persona.
Reconociendo que los problemas humanos no son estrictamente sociales, políticos o económicos; es por eso que las soluciones sociales, políticas o económicas serán siempre limitadas e incompletas. Las que provengan de un corazón puesto en Dios, serán duraderas.
Llegó el tiempo de los verdaderos líderes en este mundo. Las personas de fe deberán asumir su responsabilidad, para, con acciones, remediar el dolor, el sufrimiento y las injusticias. Queridos hermanos, es nuestra hora, pongámonos a trabajar.