Lima, Viernes 24 de Septiembre de 2010
Acaba de celebrarse el Día Mundial por la Paz, y ello nos lleva a algunas reflexiones. Mientras las organizaciones internacionales creadas para promover la paz, como la ONU, se prodigan en declaraciones y promoción de tratados entre los estados con dicha finalidad, lamentablemente no hay acción suficiente para combatir las causas de los conflictos, como pueden ser entre otras, el hambre, la pobreza, y las carreras armamentístas.
Son encomiables pero insuficientes los compromisos para la no proliferación de armas nucleares, solución pacífica de controversias, asistencia recíproca en casos de desastres, la globalización e interculturización, ecumenismo y avances en el comercio internacional.
Difícil comprender en el mundo y tiempo en que nos ha tocado vivir, que aún tengamos conflictos religiosos y étnicos, a lo que se suma la desesperanza de grandes sectores migrantes por la xenofobia en algunos países , acrecentada por la crisis económica internacional. Todo lo que se pueda hacer en el ámbito internacional y las relaciones entre estados así como las interconfesionales, será poco si es que no propugnamos en la gente la existencia de cultura de paz, de diálogo permanente, de tolerancia para expulsar de mentes y acciones la innecesaria violencia. La cultura de paz tiene que fomentarse desde el hogar, pasando por las escuelas y ser una constante en todas las etapas de la vida. En esto la familia y el estado tienen gran responsabilidad, pues son los llamados a estimularla y promoverla.
Los partidos políticos y la prensa tienen también responsabilidades en el fomento de la cultura de paz y deberían dar ejemplo, con sus acciones. Empero nos encontamos que hasta en las campañas políticas para obtener el favor popular, se utilizan muchas veces prácticas incorrectas, acusaciones sin fundamento, y hasta agresión física. La información mediática tampoco ayuda a la cultura de paz, pues parecería ser que es rentable difundir más lo trágico y lo truculento, que las buenas acciones.
Felizmente hay excelentes acciones a la prosecución de la paz y son destacables, por ejemplo, la reiterada propuesta desde Filipinas para crear en las Naciones Unidas un consejo interreligioso que ayude a la tolerancia y acción común entre los diferentes credos; los llamados "Desayunos de Oración" entre feligreses de distintas confesiones para orar con sus líderes laicos y religiosos por paz duradera; y en nuestro hemisferio el reciente esfuerzo común en Chile y Perú, conducido por sus cardenales Errázuris y Cipriani, para la difusión del libro "Unidos por la Fe", que afirma lo que nos une superando lo que nos distancia.