Ponencia en el Día internacional de la mujer

Distinguidas señoras y señores.

Debo agradecerles por su presencia en el Congreso de la República del Perú esta mañana.

En este último año hemos sido testigos de una serie de cambios dramáticos en el mundo, especialmente en el Norte de África y en el Medio Oriente, en donde el pueblo se ha levantado para reclamar libertad y una mayor participación en el sistema de gobierno. Dicho movimiento ha incluido a las mujeres y a los jóvenes. Podemos decir que el mundo se encuentra realmente en un punto decisivo de cambios. Se puede decir que el mundo se ha liberado y que está a punto de re-definirse.

Sin embargo, la batalla por la igualdad de género está lejos de haberse ganado.

De los cien mil millones que son los más pobres del mundo, tres quintos son mujeres y niñas. Las niñas constituyen más de la mitad de los niños que no van a la escuela y dos tercios de los 759 millones de adultos analfabetos son mujeres. Las mujeres están “sub-representadas” en cuanto a la toma de decisiones a nivel político. Con frecuencia se ven entrampadas en trabajos inseguros y mal pagados, son asimismo las más vulnerables en tiempos de crisis financiera y económica y, además, se encuentran más expuestas a la violencia en situaciones en donde se da un conflicto armado.

Quizás esta mañana debería ser una mañana de reflexión para nosotros.

Debemos tomar un momento para recordar que, aun si estamos reunidos aquí en situación de seguridad dentro de Lima, en todo el mundo nuestros hermanos y hermanas, nuestros hijos e hijas, se encuentran enfrentando graves peligros, no sólo debido a situaciones de conflicto y de tensión, sino también expuestos al hambre y a la falta de educación.

Debemos compadecernos de ellos y al mismo tiempo hacer votos con la esperanza y la certeza de que nosotros podremos marcar una diferencia.

Una sociedad pacífica debe encontrar lugar para todos los ciudadanos, se deberá encontrar un lugar para todos aquellos que una vez fueron opresores, como también para los oprimidos. Y yo personalmente creo que, en esta tarea, la mujer puede y debe jugar un rol en la difícil dimensión de la reconciliación y del perdón. Existe la creencia de que cuando las mujeres se sientan a la mesa de negociaciones, aunque no se avance más rápido, lo que sí es cierto es que ellas lograrán concluir su trabajo con la firmeza de haber logrado su cometido.

La paz duradera sólo se puede lograr mediante un proceso de negociación, de mediación, de discusiones y a través de una política de inclusión que abarque a todos los componentes de la sociedad. La mayoría de sociedades en el mundo son pluralísticas, es decir, multiculturales, siendo así, las voces de todos los componentes merecen ser escuchadas. Algo más significativo aun es el hecho de que debemos pulir nuestros esfuerzos hasta constituir un conjunto de valores que vayan más allá de la tolerancia, hasta un sentimiento de  empatía y de comprensión frente a  las diferentes culturas y tradiciones.

No siempre es posible obtener un consenso, sin embargo, es necesario llegar a un punto de interés mutuo basado en el principio del valor intrínseco de cada ser humano, cada hombre, cada mujer y cada niño dentro de cualquier tipo de sociedad. Personalmente creo que la manera más rápida de llegar a crear esta base común es mediante la educación, no sólo títulos de educación sino a través de la comprensión y el entendimiento, así como del espíritu de servicio y de compasión.

Necesitamos enseñar a nuestros jóvenes a convertirse en una auténtica “generación de paz”, no de guerra, ni de conflicto, sino una generación de paz que practique la compasión y que tenga vocación de servicio. Desde muy temprana edad, los jóvenes deberán nutrirse y mantenerse con este tipo de valores, de modo tal que puedan ir creciendo y madurando con ellos.

También debemos enseñar a nuestros jóvenes que la diversidad debe ser aceptada – no ignorada ni temida, y que nuestras diferencias de raza, religión, pertenencia étnica o incluso de cultura, pueden hacer que ese enorme tejido que constituye el género humano, puede ser aún más bello y más significativo.

Estamos en una época en que se requiere un liderazgo renovado y reorientado. Debo añadir sin la más mínima duda que esta es una nueva era de comprensión para el liderazgo de la mujer.

Las mujeres deberán captar este momento. Pienso que es el momento en que la mujer debe asumir puestos clave para organizar a los pueblos en estos tiempos de cambio radical. Requerimos de auténticos líderes que sean no sólo responsables sino también tolerantes, auténticos y, más significativo aún, desprendidos y abnegados en su espíritu de servicio.

Esta es una tarea demasiado importante para ser dejada únicamente en manos de los hombres. Tiene que haber una relación complementaria. Es trabajando juntos que podremos alcanzar nuestros objetivos.

Durante la reunión de esta mañana, tendremos oportunidad de escuchar a nuestros ponentes hablar sobre el rol vital y único que  desempeña la mujer en la tarea que conlleva a la creación de paz y, a través de la paz, al desarrollo y progreso.

Al dejar este recinto esta mañana, debemos sentirnos no sólo empoderados sino también reforzados en nuestro propósito de marcar una diferencia duradera en nuestro mundo.

Ponencia del Reverendo Trevor Jones
Presidente de la Sección Perú
Federación para la Paz Universal (UPF)

En el Congreso de la República del Perú