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Buenos Aires, Argentina - Una vez más la paz se afirmó en palabras y ratificó con gestos en la emotiva celebración de la Semana Mundial de la Armonía Inter-confesional “Por la paz en Siria, en Medio Oriente y en el mundo” del 6 de febrero en la Embajada para la Paz, en Buenos Aires. Hacia allí confluyeron las intensiones e invocaciones de los representantes de las distintas tradiciones religiosas: hinduista, budista, judía, islámica y cristiana: ortodoxa, católica y evangélica, quienes regaron un olivo como signo de compromiso “por la vida y por la paz” luego de su oración, meditación o cántico.

Distintos sentimientos se entremezclaron en el transcurrir del acto. Causó dolor escuchar algunos testimonios de la cruda y triste realidad que se vive en algunos lugares de la llamada “Tierra Santa”. En Siria se estima se produjeron más de 130 mil muertes, hay unos 300 mil niños huérfanos y unos seis millones de desplazados, con carencia de alimentos y problemas de acceso al agua y a infraestructuras sanitarias adecuadas. Pero prevaleció el amor como estandarte y el afecto fraternal en los saludos y abrazos del cierre.

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“Esperanza y compromiso”

“No son sólo palabras, son una esperanza (…) América Latina es un ejemplo (de convivencia), que (esperamos) el mundo mire como una esperanza”, señaló el Sr. David Smith, director del Centro de Información de las Naciones Unidas para Argentina y Uruguay, al hablar de la crisis que se vive en diferentes partes del mundo y al contextualizar la fecha establecida por el organismo en el 2010 al ponderar la importancia del diálogo interreligioso en la resolución de conflictos. Fue el primero que cumplió con el protocolo de echar agua a un arbolito dispuesto en el centro del escenario, un significativo símbolo de paz en las diferentes confesiones. Al mismo se sumaron luego de sus correspondientes palabras alusivas algunos referentes de las entidades auspiciantes. A su momento el Sr. Horacio Daboul, presidente de la Asociación Liga Árabe Cultural y Social y directivo de otras varias instituciones, aludió al compromiso que lo moviliza en el tema convocante como descendiente de sirios. También al desafío de hacer un acto al iniciar el año y con escaso tiempo para la organización, lo que muestra una vez más que hay muchas más personas empeñadas en la causa de la paz de lo que uno se pueda imaginar, relegando comodidades, particularismos y prejuicios. Sobre el final invitó a los presentes a sumarse a las campañas de ayuda humanitaria para los afectados del país desbastado por los enfrentamientos.

“Donde hay paz, hay desarrollo”, sentenció posteriormente el Sr. Juan Sarrafian, presidente de la Federación Argentina de Colectividades. “Se nos permite hacer lo que queremos ser”, destacó el titular de una especie de “mini ONU de organizaciones de la sociedad civil” en nuestro país al valorar la hospitalidad que se le brindó a cada grupo de inmigrantes que llegó a nuestra nación. “En la esfera de la comunicación debe esperarse un aporte más constructivo”, dijo a su turno la Lic. Soledad Mayansky, coordinadora de Proyectos de Equilibrium Global, puesto que “hoy es desde los medios donde se alimentan los estigmas negativos sobre algunos grupos sociales y sobre aquellos que profesan diferentes religiones. Tenemos que promover la armonía inter-religiosa para que prevalezca un espíritu de compromiso social y ciudadano para el diálogo y la tolerancia”, enfatizó. “El diálogo interreligioso y al interior de las religiones son componentes adicionales y complementarios del diálogo intercultural y de una cultura de paz”, afirmó la joven de la entidad promotora del multilateralismo.

Rosetta Conti, presidente de la Federación de Mujeres para la Paz Mundial capítulo argentino, resaltó el importante rol de la mujer para la paz: “Siempre al lado de quien sufre” al recordar su participación en una de las tantas peregrinaciones en Medio Oriente, donde la UPF desarrolla distintas iniciativas promoviendo el encuentro. Muy particularmente entre los descendientes del “Padre de la fe” Abraham. Martín Aldama, por el Foro Permanente para la Educación, la Ciencia y la Cultura por la Paz (FOPAZ), enfatizó en los valores de la “fuerza, la sabiduría y la paciencia”. Fue al momento que un grupo de representantes de otras organizaciones, que auspiciaron o adhirieron al acto, cumplieron con el singular rito de compromiso, con su presencia física o acompañamiento afectivo y espiritual: Cátedra UNESCO de Educación para la Paz y la Comprensión Internacional / Fundación Educativa Internacional / Asociación Civil Mediante Procesos Participativos y Pacíficos / AMIA / Asociación de Educadores de Latinoamérica y el Caribe (AELAC) - Filial Buenos Aires / Fundación Argentina a las Naciones Camino a la Verdad / “América Madre” Institución Cultural Internacional / Comisión Informalidad Laboral, Economía Social y Trabajo Decente, Consejo Consultivo de la Sociedad Civil / Rotary Club de Parque de los Patricios / Programa “Y volverán a ser árboles” / Hogar San José - Mensajeros de la Paz Internacional / Cámara de Comercio, Industria, Turismo y Servicios de Parque de los Patricios / Municipio de Dolores a través de su delegado cultural, el joven poeta Mario Cáceres.

“Cultura de fraternidad”

El Swami Pareshananda, de la Orden Ramakrishna en Argentina, fue quien inauguró las oraciones interreligiosas, el momento medular del encuentro. Previo a un canto védico, compartió para la reflexión un extracto de la Autobiografía del fundador de la UPF sobre el “amor verdadero”, principio y esencia de las distintas tradiciones espirituales. El Maestro Zhi Han, creador de la Fundación Bodhiyana en Argentina, hizo una práctica de meditación compasiva para generar energía positiva con los presentes, acompañado por los maestros In Tse y Hui Xin. Seguidamente fue presentado Monseñor Crisóstomo Juan Gassali, autoridad máxima de la Iglesia Siriana Ortodoxa de Antioquia en Argentina, cuyo origen se remonta a los inicios de la cristiandad en la época apostólica, cuando Antioquia era la capital de Siria. “Antes que santos tenemos que ser humanos”, señaló al dar cuenta de la dura realidad que sufre aquel país hace tres años. Oró luego el Padre Nuestro en la lengua de la tierra de Jesús (arameo). El Padre Mejitar, de la Iglesia San Gregorio El Iluminador, también de tradición cristiana ortodoxa (Armenia Apostólica), hizo igualmente mención al “salvajismo que no tiene límites” en Medio Oriente y elevó una súplica del Siglo VII. Con la intensión puesta en el restablecimiento de la paz en la región, que en este momento convoca a esperanzadoras instancias de diálogo intergubernamentales entre los sectores involucrados en la crisis de Siria, llamado “Ginebra II”, y entre palestinos e israelíes.

El Rabino Arieh Sztokman, quien desarrolla un amplio ministerio espiritual e interreligioso y de servicio en diferentes comunidades judías, entre ellas el Hogar de Ancianos “Adolfo Hirsch” de San Miguel de la Provincia de Buenos Aires, contó la “anécdota de la manzana”, una lección para recuperar la esencia de las cosas y despojarse de prejuicios: “Todos somos iguales en el interior”. Al momento de regar el olivo se sumaron referentes de su comunidad y también el Sheij Abdel Nabi Al Hafnawy, del Centro Islámico de la República Argentina, quien posteriormente resaltó la paz como “la base de todo” en su breve mensaje en representación de su fe, la segunda en número a nivel mundial después del cristianismo. El Padre Nuestro que elevó a su turno el Padre Jordi, Párroco del Santuario San Antonio de Padua; y el poema compartido por la Pastora Alba Rosa Contardo, de la Iglesia Cumbre Mundial de los Milagros, resaltaron la hermandad y acrecentaron el anhelo de superar el primitivo paradigma de la confrontación. Ambos reafirmaron el ejemplo y el amor como camino cotidiano para cimentar la paz, acompañados por otros religiosos y público que siguió atento el desarrollo del acto, escuchó con sublime respeto cada palabra y fue partícipe de cada gesto, signo de esperanza concretada en la fuerza colectiva.

Durante el encuentro se hizo un minuto de silencio por las víctimas de Siria y de todos los conflictos. También por quienes en la semana ofrendaron su vida en cumplimiento de su deber en un incendio y derrumbe de Barracas (Buenos Aires). Todo el auditorio se puso de pie para expresar sus condolencias a familiares y manifestar su gratitud por semejantes actos de servicio, que dan cuenta de la grandeza que hay al interior de las distintas organizaciones en la vida cotidiana. Los saludos y abrazos fraternos entre los religiosos y todos los presentes marcaron el cierre, mientras se invitaba a los presentes a sumarse a la campaña de ayuda humanitaria por Siria. Manifestaciones de diálogo y solidaridad para expandir la “cultura del encuentro” en los diferentes ámbitos, siendo canales y puentes de convivencia y paz. Una expresión del Papa Francisco, quien bajo el lema con el que la UPF Argentina convocó a esta celebración interreligiosa, lideró la voz de paz en aquella recordada jornada de ayuno y oración del 7 de septiembre, cuando nuevas sirenas anunciaban lo que los analistas internacionales interpretaban como el desencadenamiento de la Tercera Guerra Mundial. Pero prevaleció el sentido común, por la fuerza de la espiritualidad y el corazón, de tantos hombres y mujeres de buena voluntad, que anhelan e invierten día a día alma y vida por un mundo mejor. Aspiración que se realizará universalmente a pasos lentos o acelerados conforme la grandeza y valor del liderazgo, y el compromiso cotidiano de quienes se sumen a caminar juntos hacia la “tierra de la promesa”, de prosperidad y paz.