Ponencia en el seminario “Hacia un Nuevo Paradigma para la Paz y el Desarrollo Humano en América Latina”, organizado por la Federación Internacional por la Paz Mundial,
Montevideo, 22 de abril de 2014
Estimados amigos, y especialmente quienes vienen de Corea, la Sra. Moon, y todos los amigos aquí presentes. Siempre hablar después del almuerzo no es el mejor momento, pero en todo caso, se impone que, en una reunión como la que vienen cumpliendo ustedes hagamos algunas reflexiones sobre el mundo que estamos viviendo, este mundo en cambio, este mundo con velocidad en la ciencia, en la tecnología, que viene cambiando las reglas de juego de la economía, del comercio, de las comunicaciones, de las finanzas, aún de la democracia.
Cuando cayó el muro de Berlín, todos nos imaginamos que entrábamos en la paz definitiva, la paz perpetua que hablaba Emanuel Kant, los hechos sin embargo nos desmintieron ese propósito a poco de andar, ya las hipótesis no eran el conflicto de las Guerras de las Galaxias, pero comenzaron los conflictos locales, las amenazas desde otros ángulos, las guerras locales, en medio de un mundo que se globalizaba, más que nunca, se producía el despertar de sentimientos nacionalistas muy agresivos, y vimos así la dispersión de grandes potencias, desde Rusia hasta Yugoslavia, o sea que por un lado el mundo se globalizaba, y por otro lado los particularismos nacionalistas estallaban. O sea que pasamos a vivir en un mundo muy, muy contradictorio.
Esos nacionalismos siguen aún hoy, en su exageración, generando conflictos que estamos viviendo estos mismos días, no sólo en el Medio Oriente, también lo estamos viendo en Ucrania, lo estamos viendo aún en el debate español. Y este es un factor de desestabilización muy fuerte, el mundo ha cambiado tanto, que ya las viejas ideas han ido pasando, entonces, y hoy tenemos que encararlo desde esa globalidad. Pero, nos encontramos con factores que ya no son los históricos, no son las grandes potencias. Hoy son esas pequeñas potencias, o bien, como en el caso de Rusia, una vieja potencia, hoy reducida, pero que trata de recuperar su brío y su fuerza, generando conflictos.
Pero tenemos otros riesgos, otras hipótesis, está el narcotráfico, que es un factor que también ha generado desestabilizaciones, sangre, guerras. Colombia lo ha sufrido de un modo muy profundo, México lo ha sufrido de un modo muy profundo, el narcotráfico es sin duda una situación que está allí instalada. Estos días en el mundo se debate, incluso mucho, los temas de legalización de drogas, de legalización no solo de marihuana, sino aún de drogas, partiendo de la base de que se considera que, lo que se ha combatido en los últimos años ha fracasado. Se piensa que la idea represiva de las drogas ha fracasado.
Yo creo que el enfoque es distinto, el fracaso no está, en mi juicio, en la represión, el fracaso está en la tendencia al consumo, el fracaso está en la sociedad, es la sociedad la que no ha logrado llenar los vacíos espirituales, las angustias de la juventud que cae en el fenómeno de la droga. El problema es más profundo entonces, no es un tema de represión sí, o represión no, es un tema de la existencia, es un tema existencial, es un tema de ¿por qué? ¿Por qué en la juventud contemporánea hay esa tendencia a buscar en los paraísos artificiales una felicidad que no encuentran en la propia vida?
Un equilibrio espiritual es el punto de vista, para mí, más importante que debiera discutirse acá, no es un tema de represión sí, o de represión no, es un tema de convicción en las propias posibilidades de tener una vida digna y feliz, o por el contrario renunciar a ello tratando de encontrar medios artificiales, para encontrar lo que de ningún modo van a encontrar por cierto, porque no son las drogas las que van a dar la respuesta a la felicidad de la gente. Y eso transformado en un vicio y luego en un negocio, es hoy un muy fuerte factor de desestabilización.
Yo diría más, desde otro ángulo, si Colombia y México no hubieran combatido el narcotráfico como lo han combatido, probablemente hoy no tendríamos la situación que tenemos, probablemente Colombia hoy estaría manejado por un gobierno partidario del narcotráfico, la situación habría cambiado sustancialmente, y eso de algún modo se evitó, luchando contra este mal. De modo que, hoy nos encontramos con los nacionalismos exacerbados, nos encontramos con el narcotráfico, y nos encontramos también con el fundamentalismo, fundamentalmente el fundamentalismo religioso.
Y allí es, donde justamente, las iglesias todas, un movimiento como el de ustedes, que tanto han trabajado en ese sentido, deben luchar para lograr que la fe religiosa, que la convicción religiosa, no se transforme en una expresión fanática, sino por el contrario, encuentre una realización espiritual que le permita justamente conciliarse mejor con la vida, con los semejantes, contribuir a los sentimientos de paz y no de enfrentamientos, de confrontación o de violencia. Eso es un rol muy importante. Los que pertenecen a la organización religiosa que fundó y lideró el Reverendo Moon saben bien la lucha que él libró los últimos años por la paz y por la convivencia. Lo saben bien, y en más de una oportunidad tuvimos nosotros la posibilidad de conversarlo con él, de participar en actividades con él, de hacerlo en actividades ecuménicas en las que estaban presentes representantes de otras religiones, o gente que como yo, no participa de ninguna religión, pero participa sí, de lo que es la idea de la paz, participa sí, de lo que es la idea de la tolerancia religiosa.
Es muy importante decirlo, en este país, que es un país de tradición laica, y que a veces, suele mirarse con error desde afuera, pensando que nuestra laicidad es contraria a la idea de las religiones, y no es así, y no es así.
Por cierto, en el siglo diecinueve, había en el mundo entero una gran batalla entre las religiones cristianas y el estado, desde la Revolución Francesa, pero eso fue cambiando, y nuestro país tiene un estado laico, que significa un estado neutral frente a las religiones, nuestra laicidad quiere decir que el estado no tiene una religión, en este país, naturalmente la tradición es la religión católica, fue la que trajeron aquí los españoles, la que trajeron aquí la mayoría de los inmigrantes italianos, pero el país a lo largo del siglo veinte construyó un estado laico que hizo que no había una religión preferente.
Naturalmente, esto en sus tiempos generó combates, enfrentamientos entre quienes defendían la idea laica y la iglesia católica, pero esto pasó y hoy es un fenómeno histórico, en el cual vivimos un clima de convivencia entre todas las religiones, un clima de tolerancia, un clima de apertura, con un estado que a su vez no se asume contrario a las religiones, sino por el contrario, un estado que mira con neutralidad para no privilegiar a unas en contra de otras, para no establecer niveles de superioridades o inferioridades en las convicciones, es parte de una de las libertades generales que han inspirado al país, y que siguen inspirando al Uruguay, y que son yo diría esencia de esta república, la libertad de consciencia, la libertad de espíritu, la libertad de creencia, la libertad de difundir el pensamiento, la libertad en todas sus dimensiones.
Eso, me parece que es un atributo de nuestro país, que ojalá pudiéramos seguir extendiendo cuando vemos estos brotes de intolerancia, estos brotes que llegan al terrorismo, como ha ocurrido desgraciadamente en el tema de la iglesia islámica.
Pensamos que con el tiempo pasará, queremos creer con optimismo que la historia seguirá corriendo, y así como otras religiones pasaron por etapas de fundamentalismo, también pasará en el Islam. Hoy, desgraciadamente no lo vemos, naturalmente no es todo el Islam, pero es una parte subjetiva, y ella está volcada hacia el terrorismo. Esta creo que es la gran misión que todos ustedes tienen que asumir, es la gran misión hoy.
La pérdida del Reverendo no es la pérdida de la tradición, sino por el contrario, la obligación de mantener un legado, y ese legado es la paz, ese legado es la tolerancia religiosa, ese legado es la unidad de las religiones, ese legado es el patrimonio que ustedes tienen que defender.
Yo lo miro desde afuera, pero lo veo como algo esencial, porque en este mundo, de revolución científica, han cambiado completamente los parámetros, hoy vivimos una comunicación al instante, vivimos a un ritmo y a una velocidad que nos impide reflexionar, que nos impide pensar, vivimos una familia que, base de la estructura social, hoy está debilitada, cada vez más vemos lo que se llama, familia monoparental, que normalmente es una mujer sola con algunos hijos, y en América Latina desgraciadamente eso es una realidad enorme, esa mujer luchando sola, con sus hijos y un padre que no se sabe normalmente dónde está.
La familia se ha debilitado muchísimo, y ese es uno de los roles que también deben cumplir las organizaciones que, desde el ángulo de la religión, o desde el ángulo de la educación tratan precisamente de sostener los mejores valores de la sociedad. La historia corre rápido, sí, hoy tenemos información al instante, pero esa información, ¿es conocimiento? Mmm… Es muy relativo.
Tenemos muchas noticias. Yo diría, hoy estamos sobre noticiados, lo cual no quiere decir que estemos bien informados, es una constante presencia de titulares, de titulares que vamos viendo y que vamos saltando de uno al otro, y eso no es, no es conocimiento, ni siquiera es real información.
Un gran poeta Eliot decía, ¿qué clase de conocimiento es ese que se agota en la información? Y ¿qué clase de sabiduría es aquella que se agota en el conocimiento? Precisamente de la noticia hay que pasar a la información, es decir a conocer los hechos, a conocer las cosas, el devenir del mundo, y luego pasar a la etapa del conocimiento, de la comprensión de estos fenómenos. La sabiduría es cuando a la información y al conocimiento le agregamos una visión, una visión del ser humano, una visión de la sociedad, una visión de las construcción de las sociedades, una visión que asume los estados, como recién decimos, no como una expresión de fuerza, sino por el contrario, como un ámbito en el cual todos podemos caber.
La paz, la tolerancia, la libertad, la fuerza espiritual son todos elementos que se conjugan, quienes nos formamos en el pensamiento de la filosofía liberal tenemos esa convicción profunda, muchas veces negada, muchas veces discutida, muchas veces, incluso, desgastada, porque se usa mucho la palabra liberalismo para corrientes económicas, cuando el liberalismo es la filosofía de la dignidad humana, la filosofía de la convivencia, la filosofía de la libertad en todas sus dimensiones, y eso, creo que es lo más importante que debamos preservar y por lo que luchar en este mundo.
Convivencias de estado y religiones, convivencia de partidos políticos, convivencia de iglesias, convivencia de organizaciones de ideas, convivencia para lograr un equilibrio en la sociedad, el equilibrio es la búsqueda constante, normalmente es el gran objetivo en la economía, pero es no sólo en la sociedad, porque el equilibrio comienza con la gran batalla del camino hacia la felicidad individual también.
¿Qué es la felicidad? Hoy, se suele pensar que es el gozo de muchos bienes, se suele pensar que es a veces, la atribución de aquellas conquistas materiales que permiten una vida más regalada, sin embargo, basta ver el mundo, basta ver, incluso, a muchos personajes famosos de qué modo, pese a tener todos los elementos materiales, no encuentran sosiego y paz.
La felicidad es un equilibrio, es un equilibrio interno, es un equilibrio entre nuestros deseos y nuestras posibilidades, entre nuestras aspiraciones y nuestras realidades, es un equilibrio entre nuestros sentimientos y nuestra razón, entre nosotros y nuestras familias, entre nosotros y nuestros países.
Señores, ese es el legado, ese es el legado que ustedes tienen que llevar adelante, esa es la antorcha con la cual tienen que seguir. Cada uno desde su ángulo, cada uno desde su perspectiva, pero todos procurando ese fin, ese es el legado que ustedes han recibido, ese es el legado que tienen que llevar adelante, esa es la bandera que tienen que agitar para seguir contribuyendo a un mundo en paz y a un mundo de libertad. Muchas gracias.