(English, Français)

Estamos aquí reunidos porque compartimos un mismo anhelo de paz universal. La paz en la tierra es nuestra mayor necesidad, pero es también nuestra meta colectiva más evasiva. Hay, tristemente, carencia de buena voluntad entre los hombres en el mundo actual.

Nosotros en Asia Oriental somos comparativamente afortunados comparado con muchas partes de África, sur de Europa, Asia Occidental, donde ocurren guerras de genocidio por peleas de etnicidad, religión, lenguaje, y recursos de materia prima. Sin embargo, se están matando entre musulmanes y budistas en el sur de Tailandia, y han estado luchando entre sí cristianos y musulmanes en Indonesia Oriental, mientras que soldados aterrorizan a los monjes Theravada que marchan en protesta contra el régimen militar de Burma.

Aquí en nuestro país, tenemos un movimiento separatista musulmán en áreas de Mindanao y Sulu, y el terrorista Abu Sayyaf de la Isla Basilan.

En esta situación, ¿qué vamos a hacer? Tenemos que encarar los problemas con la influencia moral de las grandes religiones, porque no puede haber paz entre las naciones sin que haya paz entre las religiones.

El entendimiento entre las grandes religiones y las grandes civilizaciones se ha vuelto la única base para una paz global que sea perdurable. Por ende, estamos llamados a estimular el diálogo interconfesional entre las grandes religiones. Para este propósito, debemos mobilizar iglesias, templos, sinagogas y mezquitas –budistas, confucionistas, hindúes y judíos tanto como a cristianos y musulmanes—para reforzar las fuerzas de la moderación en cada sociedad y para aislar a los extremistas que están advocando (no estoy seguro sobre esta palabra, advocando ¿Sembrando?) la violencia y el terror.

Pero, ¿ bajo qué principio va a ocurrir un diálogo entre los diferentes credos? No puede haber un diálogo entre las grandes religiones sin su acuerdo en los valores morales—un estándar ético que todos los credos puedan compartir por encima de sus diferencias superficiales en dogmas, símbolos y rituales.

El filósofo y teólogo Hans Kung sugiere que la humanidad puede descubrir esta ética central global en el simple pero profundo principio : “Trata a otros como te gustaría que te traten a tí”.

Esta “Regla de Oro” podría ser el denominador ético común para todos los sistemas de creencia en la tierra, porque todos los sistemas de creencia se suscriben a ella, en notablemente sorprendentes maneras. Por ejemplo:

• Los budistas expresan esta regla: ”Trata a todas las criaturas como te gustaría ser tratado.”
• Los confucionistas enseñan: ”Lo que no deseas que se te haga a ti, no lo hagas a los demás”.
• Los musulmanos dicen: “Ninguno es creyente hasta que desees para tu prójimo lo mismo que deseas para ti mismo”
• Los judíos dicen:” Lo que tú odias, no lo hagas a tu prójimo, esta es la ley básica.”
• Los hindúes sostienen: “Esta es la esencia de la moralidad: No hagas a otros lo que te causaría dolor si te lo hacen a ti.”

Como madre de la ética para toda la humanidad, esta Regla de Oro podría, por lo tanto, convertirse en el núcleo de un acuerdo inicial, del cual un diálogo interconfesional actual podría construir mil años de paz.

La urgencia del diálogo interconfesional es algo que ninguno de nosotros puede negar. Desde la amenaza de VIH y SIDA hasta el derretimiento de los hielos polares, desde la proliferación nuclear hasta la degradación ambiental, desde la desigualdad de ingresos hasta el hambre en medio de tanta abundancia –estamos confrontados con problemas que debemos tratar juntos.

Debido a que los problemas sociales, ecológicos y morales que enfrentamos son globales en sus implicancias, debemos también “globalizar” nuestros valores morales y nuestros estándares éticos.

Aceptar la Regla de Oro como una ética global va a asegurar que todas nuestras naciones y todos nuestros credos abracen el pluralismo tanto en la cultura como en la sociedad. Enfocará nuestros corazones y nuestras mentes en nuestra común injerencia en la humanidad. La aceptación de la ética global imprimirá en nosotros la verdad poética de que ”Ningún hombre es una isla sino una parte de la humanidad”.

El Rvdo. Moon enseña que nuestra actual era de materialismo puede pronto tornarse en una era de espiritualidad, en una cultura universal de servicio altruista hacia los demás, en una nueva cultura universal de familias centradas en Dios.

Por considerar, nosotros los filipinos, a Navidad como la época para celebrar los lazos familiares, estamos en armonía con la nueva era de espiritualidad que predice el Rvdo. Moon. Que la paz en vuestros hogares y en nuestros corazones irradie a través del mundo.