Creo que nací enamorada de África. De niña, todo lo que recuerdo era soñar con África. Hay algo en la palabra África que me llena el alma de sentimientos.
Desafortunadamente, el Occidente no siempre tiene el mismo sentimiento positivo como el mío sobre África y el continente africano. Cuando hablo con mis colegas en los Estados Unidos o Europa, veo que miran la guerra y el conflicto. Ellos ven la corrupción, VIH y SIDA, malaria y hambre, y me preguntan si África va a sobrevivir. Si va a superarse. Hay una pasión y fuerza en la gente africana que es insuperable. Existe una alegría en vivir cada minuto de sus vidas en las comunidades de África.
Una de mis pasiones es la cuestión de género. Trabajo con mujeres en muchos países diferentes. Este verano pasé mucho tiempo en Malawi, Zambia, Kenia, Uganda y Rwanda. Creo que las mujeres en África representan especialmente esa fuerza. Las mujeres son capaces de superar cosas que uno se pregunta cómo es posible que alguien pueda superar. Tienen éxito a pesar de tener que caminar 12 millas (20 km) por día para buscar agua, no tener ningún derecho sexual, ni poder heredar tierra. Estas son cuestiones que enfrentan las mujeres cada día a lo largo del continente.
Yo creo realmente que empieza con hombres y mujeres que son capaces de ver la paz en el otro. No puedo decirles en cuántas escuelas he estado en donde las jóvenes quieren mantener abstinencia hasta el matrimonio y ser fieles a sus esposos una vez casadas. Pero no tienen escapatoria cuando los maestros van a sus padres y les ofrecen dinero o los chantajean diciendo: “Si ustedes quieren buenas notas, entonces denme su hija.” Las niñas en África no tienen derechos sobre sus cuerpos o su sexualidad, y por eso son en la actualidad el riesgo número uno en VIH y SIDA. Ellas no son las que los transmiten sino las que lo reciben, por carecer de esos derechos.
Escuchamos una y otra vez que la paz no es solamente la ausencia de guerra. Bien, la igualdad de género no es la ausencia de hombres. Necesitamos a los hombres. Necesitamos hombres y mujeres que trabajen juntos de igual a igual. La fe Baha´I compara a los hombres y mujeres como dos alas de pájaro, y un pájaro no puede volar solamente con un ala. El pájaro de la humanidad tiene un ala quebrada. Nuestra ala está quebrada, y la única manera de curarla es que puedan aunarse hombres y mujeres en sociedad. Tenemos que valorarnos mutuamente como recursos y como socios, si queremos tener familias sanas e hijos protegidos y cariñosos. Si queremos tener paz en el mundo, tenemos que empezar por ver la paz uno en otro y dentro de nosotros. No deberíamos sentirnos amenazados. Se supone que estamos en este planeta para trabajar juntos en sociedad.