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A. Betancourt: Hacia una Alianza para la Paz en las Américas

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Nos guste o no, nos demos cuenta o no, el mundo está encaminado hacia un mundo unido en cuanto a información, tecnología, comunicación y transporte se refiere. El mundo se está volviendo una aldea mundial global. A una velocidad mucho menor, el mundo se va tornando una familia humana. Sin embargo, estamos todavía muy divididos y disfuncionales, frecuentemente en guerras por diferencias de opinión, ideología, religión, raza, clase social, nacionalidad, economía y recursos.

En el hemisferio occidental, el Rvdo. Moon ha estado hablando sobre la integración de Sudamérica, cumpliendo el sueño de los padres fundadores tales como José de San Martín y Simón Bolívar. Bolívar, (1783-1830) fue el libertador de cinco repúblicas: Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. En ese tiempo Panamá era una provincia de Colombia; así que fueron, en efecto, seis repúblicas liberadas por él. Lo mismo que George Washington en los EE. UU., él se rehusó a ser emperador después de la liberación. Se le ofreció la corona de emperador y él dijo: “No luché por la libertad del pueblo para luego imponer el mismo sistema del cual nos hemos liberado.” Su eslogan era: “En la unidad de nuestras naciones descansa el glorioso futuro de nuestros pueblos”, y él trabajó por una liberación que diera fruto en unidad.

El Padre Moon concibe la unidad entre Norteamérica, Centroamérica y Sudamérica y el Caribe, en el contexto de una integración mundial, específicamente entre los países de la Costa Pacífica. Él ve la necesidad de que el coloso norteamericano se involucre en buenas relaciones vecinales con los países limítrofes al sur, como un pre-requisito para cumplir su rol de buen vecino ejemplar hacia el resto del mundo.

Latinoamérica no ha sido el foco de los Estados Unidos por demasiado tiempo. Con demasiada frecuencia estamos lejos de la atención de los medios de comunicación, finanzas y comercio norteamericanos. Si los Estados Unidos le prestara el mismo grado de atención a Latinoamérica como le presta a Asia Oriental y a Europa, las economías latinoamericanas serían socios más fuertes de los EE. UU. Los Estados Unidos han usado su poder económico para contener el comunismo en Corea, China y Europa mediante la disminución de tarifas y la inversión en el campo de la industria. Debería considerar políticas similares para Latinoamérica.

El Rvdo. Moon está diciendo que para que EE. UU sea un buen vecino, debería dar el ejemplo siguiendo las reglas de juego. Él se refiere al paradigma bíblico de Caín y Abel en describir los roles relativos de las naciones. Una nación “tipo Abel”, en el sentido bíblico, es un hermano que sirve a Dios y ha desarrollado un sistema que puede tornar ideas en recursos y riqueza. Esto está en contraste con Caín, que en la historia bíblica quedó resentido y enfadado cuando su ofrenda no fue aceptada. Caín es como la persona pobre que no puede decidir qué hacer cada día para superar su pobreza.

A pesar de haber recursos por todas partes, no sabe cómo movilizar lo que está abajo de donde está sentado. Los EE. UU. tienen que ser el “buen Abel” y unirse con Latinoamérica, la cual tiene muchos recursos. Los pueblos de los EE. UU. y Latinoamérica tienen un destino común, y ellos deberían ser el ejemplo para Europa y el resto del mundo.

Como el proceso de globalización está trayendo una estandarización en áreas como transporte, comunicación, salud, derechos humanos, procesos judiciales y legales, se necesita un nuevo sistema ético. El Padre Moon desea inspirarnos a trabajar por la integración de Norteamérica y Sudamérica basados en los principios comunes básicos que tiene en común la gente de fe y establecer así un ejemplo para el resto del mundo. El mundo necesita la estandarización de los valores éticos que puedan unirnos como una sola familia bajo Dios.

Este ejercicio no es nuevo. Fue instrumental en la creación de AULA, la Asociación para la Unidad de América Latina, en 1984. El Padre Moon donó fondos para renovar la casa de Simón Bolivar en Cartagena, Colombia. Comenzamos por reunir a los fundadores sobrevivientes de la Alianza para el Progreso (que más tarde llegó a ser el Cuerpo de Paz) establecido por el presidente norteamericano John F. Kennedy y el Banco Interamericano de Desarrollo. Les pedimos que nos ayudaran a desarrollar ideas que promovieran la integración latinoamericana. De allá salieron las ideas para la Cumbre de las Américas, tanto como la Cumbre Iberoamericana.

Fuimos anfitriones de algunas de las mentes más brillantes del Hemisferio Occidental, y el alumnado de esas conferencias hicieron un sustancial progreso desde 1984 a 1992 y presagiaron el establecimiento del MERCOSUR, el cual unió a Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay en 1991 como un modelo de mercado común para Sudamérica, del mismo modo que el Acuerdo de Comercio Libre Norteamericano entre Canadá, EE. UU. y México, que surgió en 1994.

Aunque estábamos trabajando por la integración, nuestra meta primaria en ese tiempo era presentar ideas como contrapropuesta a la Sovietización de Latinoamérica y del mundo. Así que, cambiaron nuestras prioridades cuando colapsó el experimento soviético en 1991. Ahora estamos revitalizando esta meta de crear mayor unidad.

Antes de que pueda haber unidad, el Padre Moon nos llama para abordar la división espiritual entre Norte y Sur, la cual es en parte una división entre la cultura protestante y la católica. En 1996 el Padre Moon, con la ayuda de la Fundación Religiosa Internacional, reunió en Montevideo, Uruguay, a cerca de 10.000 cristianos católicos y protestantes de toda Latinoamérica para una serie de conferencias. Allí enseñó a aproximadamente mil líderes cristianos semanalmente durante diez semanas, para establecer un fundamento para integrar tradiciones diversas dentro del cristianismo latinoamericano.

Los cristianos católicos, ortodoxos y protestantes tienen que unirse y hablar con una sola voz para preservar el sagrado legado y relevancia de las Sagradas Escrituras que hemos heredado de nuestros antepasados. De lo contrario, el mundo secular nos impondrá a todos una cultura global exenta de Dios y de espiritualidad, basada en valores y asunciones humanas. Los cristianos de las diferentes tradiciones necesitan dialogar entre sí primero, y luego con gente de otras confesiones: musulmanes, judíos, hindúes, Baha´is, budistas, confucionistas, etc.

Agregado al diálogo y entendimiento mutuo, los grupos religiosos en las Américas necesitan trabajar juntos basados en un servicio inter-religioso, cubriendo las necesidades reales de sus pueblos. El Rvdo. Moon puso el ejemplo mediante el Servicio de Juventud Religiosa, el cual organiza proyectos que promueven la cultura del servicio y del vivir por el bien de los demás. Éste ha patrocinado más de treinta proyectos de servicio a lo largo de Latinoamérica y el Caribe, muchos de ellos con el apoyo de gobiernos locales y nacionales, tanto como de comunidades religiosas.

Un proyecto esencial para la unificación del Norte y Sur es el cerrar la brecha en la Carretera Panamericana. No puedes conducir directamente de Alaska a Tierra del Fuego, Argentina, porque necesitas un barco o un avión para cruzar los pantanos en el Abismo Darién (Darien Gap) entre Panamá y Colombia. El desarrollo de la Carretera Panamericana quedó atascado en el siglo veinte porque no estaba bien desarrollada la tecnología para cavar túneles a través de los pantanos. Existe esa tecnología en la actualidad.

Unir Sudamérica primero y luego todas las Américas es un sueño que podemos hacer realidad dentro de los próximos diez a cincuenta años. Poco a poco podemos lograr juntar a la gente mediante esfuerzos reales de servicio, conectando pueblos dentro de las naciones, conectando mutuamente gente de países limítrofes, y eventualmente conectando las Américas a medida que avanzamos hacia nuestra meta de una familia global bajo Dios.